Radio.
La radio de mi papá sonaba cada mañana antes de que yo me levantara. Su voz favorita llenaba la cocina mientras él tomaba mate, y yo aprendía a reconocer sus silencios entre las noticias. Una vez me llamó a escuchar un partido; gritamos un gol que no vimos, pero lo vivimos como si fuera nuestro. Esa radio me enseñó que no siempre hace falta mirar para sentir, y que escuchar también es una forma de estar juntos.
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